viernes, 14 de junio de 2013

Los relatos de El Ingeniero Andante. Vol. 1

1887
Las ráfagas de lluvia atraviesan el bosque como si fueran las hordas furiosas de un enemigo invisible, un enemigo que no tiene prisa, un enemigo que sabe que dispone de todo el tiempo del mundo para derrotarte. Avanzamos en contra del viento. El velo de vaho que se apodera de todo no hace sino darle un aspecto más desigual a la contienda que desde hace cinco días se está dirimiendo. Ese es el tiempo que llevamos perdidos en este valle que, si bien a luz del sol tiene una belleza inigualable, bajo este manto dormido de amenazantes nubes adquiere un aspecto tenebroso y absurdo. El resto del clan no nos está buscando ni va a ayudarnos; así son las normas. Dependemos enteramente de nuestras propias fuerzas, de nuestra férrea voluntad de sobrevivir a pesar de los cantos que nos inducen a abandonarnos al dulce sueño de la muerte. El tupido cielo de hojas que nos cubre no nos ampara, más bien al contrario; en los breves momentos en que la lluvia ceja, el agua sigue manando a borbotones de las frondosas copas, como guerreros que estuvieran restañando sus látigos de fuego contra el húmedo suelo. No hemos dormido casi nada, tampoco hemos probado bocado; a pesar de estar rodeados de agua apenas si hemos tenido el tiempo justo de parar y beber lo suficiente para no caer deshidratados. Los aullidos de los perros delatan que nuestros perseguidores se mantienen siempre a la misma distancia, circunstancia que nos empuja más si cabe a no aflojar el paso. Son más numerosos y están mejor armados que nosotros. A ellos les mueve el odio, a nosotros nos mueve la certeza.
Por un momento nos detenemos, nos miramos silenciosamente a los ojos para comprobar que aún estamos todos. No tenemos miedo. Huimos porque sabemos que es nuestra única manera de plantar batalla. Lo único que sentimos es el dolor que nos desgarra por haber dejado a nuestros hijos atrás, escondidos en un lugar seguro pero a merced de su incapacidad de sobrevivir por ellos mismos. Recobramos el aliento por un instante y reanudamos la marcha. La senda que venimos siguiendo desde la última noche se hace cada vez más estrecha, tanto es así, que nos obliga a ponernos en fila de a uno. Yo voy como siempre a la cabeza. No sé dónde conduce, nunca nos habíamos alejado tanto de nuestro territorio. Hasta los mismos árboles parece que no son los mismos. Hay distintas especies que no reconozco. Mi compañera me sigue los pasos sabedora cómo yo de que la guerra está perdida y que no hay nada más que hacer que intentar retrasar el momento en que seremos exterminados por un enemigo orgulloso que no muestra piedad. Un enemigo que celebra nuestra muerte con danzas sagradas alrededor de un fuego que domina. Un enemigo que surgió de la noche de los tiempos buscando solamente la venganza.
Nos dieron caza al amanecer del séptimo día. Ni siquiera permitieron a sus perros cobrarse su pieza. Cuando cayó el primero de nosotros los demás dejamos de huir y allí mismo nos mataron a todos. Ellos no hacen prisioneros. Ahora nuestras cabezas adornan sus casas y con nuestros colmillos les hacen collares a sus hijos.
En 1887 había unos 15.000 lobos en España. Cien años más tarde apenas quedaban unos cuantos. 



Compra el libro completo de relatos por 0,89 € en este enlace


domingo, 2 de junio de 2013

Reseña #10 - Habana Jazz Club, de Lola Mariné.......5 estrellas. 9/10


Lo primero que quiero hacer en estas líneas es darle las gracias a Lola Mariné por haber conseguido emocionarme. Creo que desde que leí Juntos nada más de Anna Gavalda, ningún otro libro me había conmovido tanto.

 
Confieso que las dos primeras páginas despertaron en mí un sentimiento extraño, como si hubiera iniciado la lectura de una redacción de aquellas que nos obligaban a escribir en el colegio, con frases demasiado largas y palabras que parecían no ocupar el lugar adecuado y que le daban a la narración un ritmo sospechoso, cómo de no saber  tú mismo si la invitación a seguir leyendo iba a ser aceptada. Pero vaya que sí lo fue. Salvadas esas primeras dudas me adentré ya en un camino sin retorno, la vida de Billie, una mujer cubana casada prematuramente por amor y que, por razones que no desvelaré, aterriza en España en los años ochenta.

No quiero entrar aquí a hablar de la historia ni de los personajes, sino de la extraordinaria capacidad de la autora de transmitir emociones a través de un lenguaje que para mí raya lo sublime. Un lenguaje sin aristas, lleno de matices, carente de florituras y de excesos, pero sobre todo, un lenguaje riquísimo plagado de palabras preciosas, de esas que a uno le gustaría saber usar en los momentos en que ella las usa pero que nunca te vienen a la mente excepto cuando las ves escritas por personas que escriben literatura con mayúsculas.

Y dicho esto, meterme en mayores divagaciones sería un desacierto por mi parte. No es que recomiende esta novela, sino que creo que debería ser una lectura obligatoria. Gracias otra vez Lola Mariné.